El vértigo es un síntoma que un número creciente de personas presenta hoy en día. En principio, se define como una sensación de pérdida del
equilibrio y/o la percepción de que “todo da vueltas”. Según un estudio publicado en la revista “Mente y cerebro” (1),
hasta en una tercera parte de las personas, el vértigo no obedece a razones orgánicas, sino psicológicas. A la vez, un estudio de neuropsicología realizado por M. Dietrich (2) reveló que entre el 30 y 40% de los casos de vértigo son de origen mental.
Las personas que sufren de vértigo no orgánico lo definen de varias maneras. Dicen que se trata de un cúmulo de
sensaciones, entre las cuales están: mareo, miedo, inseguridad, embotamiento, aturdimiento, sensación de desvanecimiento o de irrealidad, debilidad, fatiga, aumento de las palpitaciones, deseos de orinar y sensación de que van dentro de un barco o caminan sobre algodones.
“Se trata, mas bien, de un vértigo mental, la conciencia de estar a punto perder el equilibro interno (…); era un impulso de suicidio, un impulso sutil y misterioso al que las personas se entregan muchas veces sin darse cuenta
Yukio Mishima-
”
No se trata de una situación constante, sino que
se da en brotes o “ataques”, generalmente desatados o acentuados por alguna circunstancia específica. Esa circunstancia puede ser una aglomeración de personas, un piso brillante o con dibujos de figuras geométricas, una autopista, un espacio inclinado y muchas más. Debido a que las
crisis de vértigo son impredecibles, esta condición es altamente incapacitante para las personas, que muchas veces terminan refugiadas en sus casas y se niegan a salir.
ASÍ ES EL VÉRTIGO PSICÓGENO O NO ORGÁNICO
Parece haber un acuerdo entre los especialistas en cuanto a que el vértigo que no se deriva de una enfermedad orgánica es producido por un estado de ansiedad. En lo que no hay acuerdo es en la forma de interpretar esa ansiedad y, por lo tanto, en el mejor camino para tratarla. En todo caso, aunque no hay cifras exactas, se sabe que este síntoma suele aparecer después de una crisis de estrés, derivada de pérdidas, separaciones, enfermedad de alguien cercano o alta presión laboral.
A veces el vértigo es un componente de los ataques de pánico. En otras ocasiones es un síntoma independiente que puede llegar a causar pánico o convertirse en la fuente de nuevos síntomas como dolores de cabeza, o náuseas frecuentes. Lo común, en todos los casos, es el hecho de que los estudios diagnósticos no revelan ninguna enfermedad del oído o cerebral que justifique esas sensaciones.
Los ataques de vértigo pueden ser leves o muy severos. No parecen seguir un patrón determinado y esto atormenta más a quienes los experimentan, porque nunca saben cuándo se van a presentar. Por lo general, alteran la vida de una persona en diferentes grados, ya que subsiste el miedo a desmayarse, “perder el control” o “caer” en cualquier momento.
UNA INTERPRETACIÓN DEL VÉRTIGO
Mientras que la
psiquiatría y la psicología asocian el vértigo exclusivamente con la depresión y el estrés, el psicoanálisis lo considera una representación simbólica de un estado mental. Alfred Adler (3) estudió en detalle este síntoma y llegó a la conclusión de que
lo que expresa es un deseo oculto de evadir alguna situación. Es un “rodeo” y, por eso mismo, se manifiesta como una percepción de que “todo da vueltas”.
Adler señala que el síntoma surge ante una demanda externa, que la persona experimenta como “excesiva” para sus propias capacidades. Esta demanda puede ser laboral, familiar, sexual, afectiva o de cualquier índole. El punto es que la persona no es consciente de todo esto. Por esa razón, desarrolla un vértigo psicógeno.
En el fondo, la persona tiene miedo “de caer”, es decir, de hacer evidente que no puede responder a la demanda externa. Esto menguaría su prestigio y por eso lo percibe como una “caída”. Esta situación nace de un sentimiento de inferioridad no consciente.
Interiormente la persona siente que no es capaz, pero esto no es necesariamente cierto. Puede que sea capaz, y mucho, pero las dudas son más fuertes. Lo más complicado es que no reconoce esta inseguridad y eso hace que toda la situación se manifieste como vértigo.
En particular, las personas con vértigo psicógeno temen perder el control cuando están en público o cuando están completamente solos. Temen quedar en una situación de extrema vulnerabilidad. Para Adler la salida está en asumir aquello de lo que están huyendo, pero es difícil que la persona lo logre por sí sola. Lo recomendable es solicitar la ayuda de un profesional y/o participar en un grupo terapéutico de risa
1) Tschan & J. Wiltink. Vértigos. En Revista Mente y Cerebro, nº 55, 2012, Barcelona (76-79)
(2) Dieterich M, Eckhardt-Henn A. Neurological and somatoform vertigo syndromes. 2004 ;75(3):281-302
(3) Alfred Adler. (1959). El carácter neurótico. Buenos Aires: Paidós
La mente es maravillosa..